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En el entorno escolar de la institución educativa Rodrigo Arenas Betancur, es fundamental adoptar un enfoque educativo que abarque no solo el desarrollo académico, sino también el bienestar emocional, ambiental y social de los estudiantes. La integración de aspectos psicosociales, ambientales, artísticos y de convivencia responden a la necesidad de crear un ambiente educativo que promueva el crecimiento integral de los educandos. La gestión emocional y la capacidad de interactuar de manera efectiva, son cruciales para el éxito académico y personal. Al mismo tiempo, el arte ofrece herramientas valiosas para la autoexpresión, la empatía y la resolución creativa de conflictos, mientras que la convivencia  escolar fomenta un entorno de respeto y colaboración. También el vivir bien con sigo mismo  y el entorno, hacen parte de este enfoque ya que a través de estos principios se puede forjar una sociedad que tenga elementos de valor para su desarrollo sostenible y sustentable.

Por tal motivo, la propuesta educativa de la institución se fundamenta en el modelo pedagógico social cognitivo que presenta una visión integral del desarrollo del estudiante, considerando las dimensiones antes mencionadas y necesarias para la construcción de un sujeto o de educandos más empoderados de sus propias realidades teniendo presente las emergencias de sus contextos particulares. Este enfoque reconoce que el aprendizaje no ocurre en un vacío académico, sino en un contexto donde las experiencias emocionales, ambientales y sociales influyen profundamente en el rendimiento escolar y el bienestar general.

Los principios básicos de este modelo incluyen la importancia de atender las necesidades emocionales de los estudiantes para promover un entorno de aprendizaje positivo y seguro, el desarrollo de habilidades socioemocionales como la autorregulación, la empatía y la resolución de conflictos, además, de la creación de un ambiente escolar inclusivo que fomente la colaboración y el respeto mutuo. Al integrar estos aspectos en la práctica educativa, el modelo pedagógico social cognitivo  busca no solo mejorar el rendimiento académico, sino también apoyar el desarrollo integral de los estudiantes, brindándoles herramientas para enfrentar los desafíos de las competencias del siglo XXI a través de la construcción de una comunidad escolar inclusiva.

 

4.2 MARCO TEÓRICO

En este sentido, el modelo sociocognitivo guarda su sustento teórico, como lo propone Patiño (2006), en el protagonismo que el estudiante asume a partir de su propio proceso pedagógico al considerar el conocimiento como un producto de sus intereses, capacidades, motivaciones y expectativas y donde su realidad contextual aparece para reconfigurar sus ideales en cuanto al trabajo colaborativo e individual. Entendiendo esto como una relación horizontal o equitativa, donde el educando comprende que las necesidades emergentes de su contexto inmediato van convocando una armonización entre la escuela, los maestros, el conocimiento y sus propias proyecciones en las dimensiones de lo afectivo, lo cognitivo, lo interactivo y lo reflexivo (p.18).

Así mismo, desde una mirada curricular, este modelo se encamina por la transición entre unas prácticas pedagógicas basadas en el conductismo tradicional hacia una propuesta más bien integrativa y constructivista donde los conceptos de memoria, atención, lenguaje, inteligencia y percepción, cambian drásticamente en función de la construcción de sujetos dinámicos y reflexivos al tratarse de las formas de aprendizaje. Tal como lo proponen Franco et al., (2017), al sostener que el modelo sociocognitivo se compone de tres subcategorías como son las situaciones contextuales, el trabajo colaborativo y la evaluación formativa.

La primera que atiende a la comparación que se establece con la realidad y el conocimiento, situando la pregunta sobre ¿cómo hacer en la vida real con aquello que se aprende en la escuela? donde los saberes están evocados hacia la resolución de problemas cotidianos; la segunda, por su parte, encaminada hacia el saber y hacer reflexivo en situaciones emergentes y plurales, es decir, que atañen al colectivo de ese contexto y que terminan por ser de interés general, donde se borran también las barreras tradicionales que la escuela impone con sus sistemas competitivos e individualistas de privilegiar “las mejores ideas” cuando una idea en conjunto puede ser mucho mejor al incluir muchas otras perspectivas frente a un mismo fenómeno para así resolverlo; y, en tercer lugar, en el caso de la evaluación formativa, se deslindan asuntos individuales y aparecen conceptos como la coevaluación que involucra la percepción general del grupo sobre un individuo, la autoevaluación donde se enfatiza la autogestión del proceso de aprendizaje con sus pros y sus contras y la heteroevaluación, donde el maestro retroalimenta de manera objetiva y subjetiva el proceso de aprendizaje de cada uno de los educandos (Franco et al., 2017, p. 48-50).

En la práctica educativa, el modelo pedagógico social-cognitivo se nutre a través de estrategias metodológicas que se adecúan de acuerdo a las dinámicas de cada uno de los contextos particulares en lo que respecta a cada grupo poblacional de la institución. Dichas estrategias tienen su esencia en: 

●             Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP): Donde los estudiantes trabajan juntos en proyectos que requieren colaboración y resolución de problemas.

●             Aprendizaje a partir de modelación e implementación del DUA: Los maestros proporcionan ejemplos y modelos diversificados de trabajo colaborativo e individual para que los estudiantes los observen y se apropien de ellos, en función de consolidar o gestionar su propio aprendizaje.

●             Desarrollo de la autogestión: Se establecen metas claras y alcanzables desde diversas dimensiones como lo socio afectivo, lo cognitivo, lo actitudinal, lo contextual y lo comunicativo. Donde se proporcionan retroalimentaciones positivas para fortalecer la autonomía en el proceso formativo de los estudiantes.

●             Pensamiento crítico-reflexivo: Se toma el contexto como punto de convergencia entre el proceso de aprendizaje del estudiante y las necesidades sociales, culturales, políticas y económicas que circundan la cotidianidad del mismo. Propiciando prácticas pedagógicas evocadas hacia la investigación, la resolución de preguntas problematizadoras y de problemas contextuales a través de un pensamiento crítico y reflexivo.

Teniendo como antecedente todo lo anterior, es importante destacar que el modelo pedagógico social cognitivo está también orientado desde los enfoques que atañen a la armonización curricular, las preguntas problematizadoras en torno a los medios y los fines de las prácticas pedagógicas, además del aprendizaje basado en competencias del siglo XXI. Dichas competencias responden, según Sanabria y Romero (2018), a las maneras de pensar, las maneras de vivir el mundo, las maneras para trabajar y las herramientas para lograrlo (p.19).

Donde la concreción de un pensamiento crítico y sistemático, la resolución de problemas y la capacidad de innovar y crear, consolidan esa primera dimensión en tanto definen las maneras en que se configura el pensamiento de los actores educativos. Así mismo, conceptos como la corresponsabilidad social, las prácticas de autocuidado y vida saludable, integrarían esa dimensión convivencial que corresponde a las formas de vivir en el mundo; asunto relacional que no se desliga de acciones colaborativas en el contexto (en este caso institucional) donde siempre se pueda sostener una comunicación asertiva y directa en pro de mejorar las relaciones interpersonales, reconociendo la otredad como un engranaje fundamental para construir una identidad sociocultural férrea. Donde además, se incorpora la transición temporal y estratégica que supone la tecnología para la proyección social al tratarse de la información y la emergencia en las nuevas tecnologías digitales como parte de ese constructo histórico.

Después de reconocer la esencia del modelo sociocognitivo y sus enfoques particulares, es menester situar los pilares que fundamentan, desde una apuesta pedagógica holística, la razón metodológica y estratégica desde las cuales la Institución Educativa Rodrigo Arenas Betancur parte para implementar este modelo en función de una reestructuración de los procesos de enseñanza y aprendizaje que desde las aulas construye. En este sentido la convivencia, el arte y el medio ambiente agrupan un diseño pedagógico holístico en tanto que:

 

4.3 El pilar artístico:

Se fundamenta en una serie de principios mediatizados por las diferentes representaciones artísticas  que buscan en el educando la materialización de sus conocimientos a través de su sensibilidad emocional y su capacidad estética de representar el mundo. Así las cosas, el educando, inserto dentro en este pilar, se perfila como un sujeto que parte del mundo de las ideas para transformar sus pensamientos en acciones concretas dándoles vida, cuerpo y alma. De acuerdo con Irwin y García (2013), el a/r/tógrafo (el educando) reflexiona, investiga y resignifica el conocimiento a partir de sus propios prejuicios, suposiciones y creencias, asumiendo cierta responsabilidad ética en tanto lo que concibe como conocimiento. Posteriormente, compara lo que lee, percibe y las enseñanzas que recibe, para así realizar un balance con sus propias posibilidades contextuales, logrando, a través de las diversas manifestaciones artísticas y culturales, una transformación progresiva de ese mundo intangible de las ideas en obras concretas donde el cuerpo, la voz y la técnica se convierten en puestas en escena que transgreden la realidad misma (p. 109).

Es por esto que el pilar a/r/tográfico promueve el aprendizaje basado en problemas innatos de un contexto en constante cambio, donde el estudiante puede desarrollar un pensamiento crítico y reflexivo utilizando su sensibilidad estética para crear alternativas o posibles soluciones a problemas emergentes en su cotidianidad.

4.4 El pilar convivencia

Es la escuela un espacio propicio para desarrollar procesos de enseñanza y aprendizaje que configuran sujetos críticos y reflexivos sobre su tiempo y su historia. Gracias a la escuela existen seres humanos conscientes de la realidad y de su propia construcción en tanto se persigue un bienestar colectivo que atienda a la razón como pilar fundamental para salvaguardar nuestra propia especie. Un lugar habitable donde se crean conocimientos y pequeñas sociedades donde se desentrañan, día a día, los secretos de la existencia en todas sus dimensiones. La familia, los valores y las competencias o aptitudes son una parte fundamental en ese proceso de humanización que realiza la vida escolar.  De ahí que en la primera infancia, la niñez y la juventud se avizore cómo esos nuevos seres humanos van irradiando una personalidad que se puede definir como “características estables que predisponen a comportarse de una determinada manera en las diversas situaciones de la vida (...) son estilos de comportamiento” (Bisquerra, 2009, p. 124). 

Es así, como se considera pertinente el desarrollo de una serie de prácticas convivenciales, que aborden las competencias emocionales, la sana convivencia, la comunicación asertiva, el autoconocimiento desde el primer año escolar, que acoja a la comunidad en todas sus dimensiones, en aras de la prevención y promoción en torno al bienestar emocional, teniendo en cuenta los factores psicológicos y pedagógicos que hacen parte del contexto escolar, y recordando que los fenómenos emocionales están presentes en todo momento y en todo lugar.

Así mismo, desde el proyecto LideRAB, se trata de llevar a cabo una propuesta pedagógica sustentada en la transformación creativa de los conflictos, utilizando estrategias educativas como el arte, el diálogo y el autogestionamiento de emociones para mediar diversas situaciones que pueden emerger en la convivencia escolar día a día.

4.5 El pilar del medio ambiente

Atendiendo a la disposición contextual en la que se encuentra la institución educativa Rodrigo Arenas Betancur, donde confluyen zonas verdes, una quebrada y donde hay un notorio problema frente a la conciencia ambiental de los estudiantes respecto al manejo de basuras, es importante destacar que este pilar no solo se fundamenta en el cuidado del medio ambiente, también concibe el cuidado de sí mismo y el cuidado de los hábitos cotidianos para un mejor desarrollo cognitivo y corporal. De acuerdo con Covas (2004), la educación ambiental procura la formación de sujetos que reflexionen en torno al cuidado del mundo y del ambiente que los acoge en el desarrollo de sus vidas. Se trata entonces de una inserción educativa de los educandos en una interacción constante con la naturaleza y donde se forme una conciencia crítica del cuidado de la misma (p.4).

En la institución educativa específicamente, es necesario acentuar algunos precedentes en lo que concierne al manejo de los residuos, el aprovechamiento de los espacios verdes y las prácticas de autocuidado. El manejo de residuos, apelando a prácticas y campañas de reciclaje y de conciencia social en tanto la apariencia de la institución con el asunto de las basuras, donde los estudiantes sean actores activos desde la recolección y tratamiento de esos residuos que muchas veces quedan delegados al personal de servicios generales. En lo que concierne al aprovechamiento de los espacios verdes, la institución cuenta con una zona bastante extensa de la cual se pueden servir algunos proyectos pedagógicos desde diferentes asignaturas, dirigidos al trabajo de la tierra como los cultivos y el cuidado de flora autóctona del contexto.

Ahora bien, teniendo como precedente que el cuerpo y la subjetividad son territorios propios que se asemejan a un cultivo, a un terreno especial de cuidado, de naturaleza humana, las prácticas de sí o de autocuidado terminan por engrosar la esencia de este enfoque al ponerlas en sintonía con los procesos de enseñanza y aprendizaje que se llevan a cabo en la institución. Prácticas que engloban los hábitos saludables, la soberanía alimentaria y el cuidado del entorno en perspectiva del ser mismo. De ahí que este pilar se preocupe por las estabilidad del educando en su condición humana y más primitiva, si se quiere, al cuestionarlo de manera crítica frente a su propia condición, las dinámicas de su entorno y el cuidado de todo lo que lo afecta externamente para lograr una armonización entre las circunstancias externas e internas de su contexto.

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